Eugenia Codina Desde mi ventana

sábado, 15 de abril de 2017

El diario de Miss Codina: introducción


El año pasado me quedé sin empleo a causa de un despido colectivo en la empresa del sector educativo donde había estado trabajando durante más de veinte años.

La experiencia de quedarse en el paro a los cincuenta es desconcertante. El mundo te grita que ya estás para el desguace mientras que tú te sientes igual que siempre, aún estás flotando en el flow de la vida y el empleo cotidiano. Aún te sientes identificada con el tipo de trabajo que has hecho hasta el momento en que te han despedido, es decir, gran parte de tu identidad e incluso de tu vida social está asociada al trabajo.  Pero he aquí, que en un momento dado, te dicen que no hay trabajo para ti pero que NO es nada personal, que NO tiene que ver con tu rendimiento, sino con el presupuesto, o más bien, la falta del mismo.
Y ahí te quedas, con estos dos mensajes: no te necesitamos pero no tiene nada que ver contigo. Como no tiene nada que ver contigo, te pones a  pedir trabajo pensando que tu valiosa experiencia va a ser útil en el mundo laboral. Craso error. Si a uno no le llegan inmediatamente propuestas de trabajo espontáneamente a través de Linkedin o a través de los conocidos en el mismo sector, quiere decir que te vas a quedar para vestir santos, laboralmente hablando. Estar sin trabajo significa afrontar cartas sin respuesta y desinterés total por tu pasado laboral. Demasiado vieja y demasiado cara son las razones principales, amén de una crisis económica general y un sector que apenas sobrevive en el cambiante siglo XIX.

Después de estar en el paro varios meses he encontrado trabajo como profesora de español en una escuela de negocios, o mejor dicho LA Escuela de Negocios de Róterdam. Los estudios que ofrece estas escuela son en inglés, ya que se trata de International Business and Management Studies.

La experiencia de empezar a dar clases a los cincuenta y pico años es aún más desconcertante que estar en el paro. Un mundo nuevo se abre ante tus ojos.

Este mundo  y su efecto sobre mí es lo que voy a describir en el Diario de Miss Codina. Este es el nombre con el que los estudiantes se dirigen a mí.

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