Eugenia Codina Desde mi ventana

martes, 10 de febrero de 2009

El lector



Es noticia que la película El lector, ha obtenido el Globo de Oro. Yo no he visto la película pero leí el libro hace unos año cuando apareció. Es un libro pequeño en tamaño pero colosal en la cantidad de temas trascendentes que trata. No los voy a contar todos porque no quiero chafar la lectura del libro. A un amigo mío le gustó tanto que compró diez y los fue repartiendo como regalo de Navidad. En definitva: un pequeño gran libro.

Esto me ha recordado un episodio televisivo inolvidable con Bernhard Schlink como protagonista, el cual , sin que fuera la intención del director del programa ni del autor, se convirtió en una demostración en vivo de lo que es la literatura. Fue en un programa de Oprah Winfrey en el 1999. No se encuentran imágenes porque fue antes de que YouTube democratizara el mundo de las imágenes.

Cuando salió el libro, ya hace diez años, Oprah Winfrey invitó al escritor a visitar su programa porque había seleccionado su libro como uno de sus libros preferidos. Para los que no conozcan el fenómeno Oprah: su programa fue de los primeros en dejar el sensacionalismo y pasarse a la didáctica y al estímulo del crecimiento personal de sus espectadores. En esta línea entra el Oprah Book Club, una serie de programas dedicados a los libros y que tienen como objetivo fomentar la lectura. Para un escritor una recomendación en el programa es equivalente al gordo de la lotería porque garantiza la venta de miles, a veces millones, de ejemplares.

Oprah Winfrey presentando su Oprah Book Club

En 1999 Oprah recomendó el Lector e invitó al autor, Bernard Schlink a su programa al que también estaban invitadas un grupo de lectoras del libro provenientes de un grupo de lectura de Chicago.
El autor, que evidentemente aún no se había dado cuenta hasta que punto le acababa de tocar la lotería, combinaba entonces aún su trabajo de juez con el de escritor. Bernhard Schlink tenía el aspecto de un intelectual y de un hombre cultivado.... en medio de unas dicharacheras señoras de Chicago a las cuales solo les interesaba una cosa: ¿el autor había realmente tenido relaciones sexuales en su adolescencia con una mujer madura?.
Bernhard Schlink

Schlink se negó a contestar esta pregunta argumentando que no tenía ninguna relevancia en la obra literaria. Como escritor, reivindicaba el derecho de la literatura para existir por sí misma. En cambio, las curiosas lectoras que habían disfrutado del libro lo habían hecho en parte pensando en que la historia era autobiográfica. Pero además, las lectoras querían saber si había sido verdad porque tenían sus juicios morales preparados sobre la cuestión, de nuevo algo que Schlink rechazaba como punto de discusión, dado que no tenía nada que ver con la calidad literaria de su obra. Schlink prefería discutir sobre la simbología del adolescente seducido y la Alemania seducida por el nazismo. Las lectoras no le seguían en este tema.
A cuantas más preguntas le hacían sobre estos temas, más las miraba Schlink con cara de científico que observa un microbio y, en general, daba la sensación que no estaba preparado para aquella esgrima verbal con las espontáneas, curiosas y pragmáticas lectoras.
Durante este programa, sin teorías literarias y sin proponérselo nadie de antemano, se demostró el enfrentamiento entre dos formas de ver la narrativa: como una forma de crecimiento personal o como una forma de entreteniento cultural. La primera es didáctica, moralizante e inspira a mejorar la vida, la segunda es intelectual, estimula a revivir las experiencias propias y a vivir experiencias nuevas a través de los demás.

Una nota final sobre Lost in translation: el título del libro en alemán Der Vorleser y en holandés De Voorlezer es mucho más expresivo que El lector o The reader. La preposición -vor, al añadirse al verbo leer quiere decir ¨ en voz alta¨ (-leser, -lezer). Esto es la clave del libro y se pierde en la traducción.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tu blog, Eugenia.

Te leo a menudo aunque no te comente.

María

Eugenia dijo...

Gracias a ti.

Espero que sigas viniendo y que te animes a comentar alguna vez.


Eugenia

Anónimo dijo...

Hola Eugenia! Ahir em vaig comprar el llibre, quina casualitat.
Un petonas
M´encanta llegir el teu blog.

Montse