Eugenia Codina Desde mi ventana

miércoles, 22 de octubre de 2008

Cenas luxemburguesas


Hace una semana estuve en Luxemburgo, el minipaís que cae a cuatro horas en coche de Rotterdam. Luxemburgo es rico, ordenado y bastante aburrido.

En cambio, lingüísticamente hablando, es un verdadero hervidero. Si se unen los idiomas originarios del país, el francés, el luxemburgués y el alemán, a las lenguas que traen consigo los eurofuncionarios la ecuación llega, al menos, a treinta lenguas. Gracias a las intstituciones europeas, hordas de traductores y funcionarios de todos los países europeos, trabajan y residen en Luxemburgo y sus alrededores.
Si además, a estos europeos se le ocurre casarse entre ellos, lo cual ocurre a menudo, el resultado puede ser que los niños en edad escolar hablen dos lenguas diferentes en casa y tengan que aprender tres lenguas más en el colegio.

Así que una de las características de la vida social en Luxemburgo es que, cuando se asiste a una reunión o a una cena, la primera cuestión que hay que solventar es: -¿en qué idioma vamos a hablar esta noche?- porque es muy raro que todos los presentes dominen por igual una misma lengua.

Durante una de estas cenas, con amigos que veo demasiado poco, salió el tema del juicio de Nuremberg al cual yo le había dedicado un post en este blog en septiembre: El verbo al final. En este post yo recordaba la famosa anécdota, casi leyenda urbana, del enfado del fiscal americano, Jackson, porque el intérprete tardaba tanto en traducir cuando Goering estaba declarando. Como en alemán el verbo se pone al final, el sufrido intérprete tenía que esperar a que Goering acabar su hipérbole antes de poder traducir. No es facil encontrar documentación sobre esta anécdota.

De ahí mi gran regocijo, cuando uno de los comensales, un traductor con muchos años de experiencia en las instituciones, me dijo que se sabía de memoria la famosa frase que el intérprete le dirigió a Jackson, y que ha quedado en los anales de la historia de la traducción.

Me dijo mi amigo: - La frase del intérprete fue interpreto con retraso porque el orador, con de mejor causa digna tenacidad, el verbo al final de la frase en colocar se empeña - y me aclaró rápidamente, - naturalmente, el intérprete lo dijo en inglés pero yo te lo traduzco.

Estas cosas solo pasan en Luxemburgo.

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