Eugenia Codina Desde mi ventana

lunes, 28 de julio de 2008

Devuélveme la bicicleta del abuelo


Leo en las noticias que el político conservador Cameron ha recuperado la bicicleta que le habían robado la semana pasada en Londres. Había ido a comprar al supermercado y amarrado su bicicleta a un poste, medida que no frena a ningún experto ladrón de bicicletas, como muy bien sabemos en Holanda.
El periódico Sunday Mirror hizo una llamada para recuperar la bicicleta de Cameron que fue respondida por un vecino, ferviente laborista, del susodicho Cameron. A pesar de sus diferencias ideológicas, el vecino informó al Sunday Mirror de que había visto la bicicleta abandonada en algún lugar del barrio. Aclaró su buena obra con las palabras: "Por que incluso a un conservador no le deseas que le roben la bicicleta".

Un gesto generoso.

Esta historia me ha recordado otros hechos históricos con una bicicleta robada como protagonista.
En los últimos días de la invasión alemana de Holanda, en el mayo del 45, los soldados alemanes, que tenían los aliados pisándoleslos talones, huían como podían del país invadido. Requisaban coches, camiones y lo que pudieran agarrar. Muchos robaban bicicletas y salían pedaleando en dirección a Alemania.

Cuando la actual reina Beatriz se casó con el ya difunto aristócrata alemán Claus van Amsberg en 1966, hubo varias manifestaciones y protestas, con bomba de humo incluída, organizadas por el movimiento que entonces se llamaba "los provos".


Haciendo uso de la proverbial antipatía y desconfianza que los holandeses sentían (y aún siguen sintiendo) por los alemanes después de la guerra, se oía el eslogan que ya se ha convertido en leyenda en este país:
¡Devuélveme la bicicleta del abuelo!.

Expresión que aún refunfuñan los holandeses entre dientes cuando les adelanta un coche alemán.

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